Cómo atrapar a una Serpiente antes de que te Muerda
Entre las religiones que aceptan la Biblia como la palabra de Dios, existen dos enfoques que intentan explicar la naturaleza del ser humano. Los cristianos, en su mayoría, adoptan la doctrina del Pecado Original, una creencia respaldada por la comprensión actual derivada de los escritos del Nuevo Testamento. Los judíos, sin embargo, no aceptan esta teoría, ya que las enseñanzas presentadas en el Antiguo Testamento o Tanaj no la apoyan. Lo que vino sobre la humanidad después de comer del árbol en el Jardín lo llamamos la Inclinación al Mal. En este ensayo deseo abrir una discusión sobre estas dos creencias y sus efectos en la humanidad.
Primero, ¿qué es el Pecado Original y cuándo se formalizó esta doctrina en el cristianismo?
“Aunque la historia del Génesis sienta las bases para el concepto de la Caída, San Agustín fue el primero en usar el término pecado original y en articular su transmisión a través de la reproducción humana. La Iglesia Católica Romana posteriormente formalizó la doctrina en el Concilio de Trento, mientras que figuras como Martín Lutero y Juan Calvino contribuyeron a su desarrollo y difusión, especialmente durante la Reforma Protestante.” (Ver referencia aquí).
¿Pero es esto viable?
La creencia de que Adán y Eva, al elegir comer del árbol prohibido, quedaron sin otra alternativa que recibir una naturaleza caída —pecaminosa desde el nacimiento— y que toda la humanidad ha cargado con esta maldición desde ese momento hasta hoy, evidentemente requiere una intervención divina desde el Cielo que provea un sustituto que limpie el registro. Sin embargo, si analizamos esta teoría y lo que realmente revela, veremos aspectos que no encajan con el cuadro general.
Surge la pregunta de por qué el Eterno habría de colocar ese árbol en el jardín y permitir que Eva fuera seducida y engañada en su naturaleza inocente. Esto presenta la imagen de un Dios cruel e injusto que creó intencionalmente a la humanidad para fracasar. También lleva a la necesidad de un dios sustituto que comprenda a la humanidad al asumir carne humana y pueda presentarla ante este Dios airado, justificándola con su propia sangre. Pero no puedo aceptar esta teoría, por lo que hace al distorsionar el carácter del Dios del Universo.
Si mis dos artículos anteriores son correctos (pronto los subo en español), cuando el Creador dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”, estaba hablando del ser humano, quien participaría —por su propia elección— en decidir qué naturaleza lo dominaría. También indica que la humanidad, aunque creada por la mano de Dios, fue hecha del polvo de la tierra, lo que significa que fue creada para ser humana, y no a imagen de los ángeles. Sus elecciones decidirían si reflejaría la imagen divina o si sería simplemente como las bestias que perecen.
Aquellos que se esfuerzan por alcanzar la imagen Divina luchan con las dificultades impuestas a su naturaleza por las decisiones que sus primeros padres tomaron junto al árbol prohibido y también especialmente difícil son los impulsos que cargamos por razón de los pecados de nuestros antepasados cercanos.
Entonces, ¿qué fue lo que realmente ocurrió junto al árbol?
La serpiente presentó un argumento para hacer dudar de la palabra de Dios y de Su propio carácter. Eva eligió ofrecer la misma tentación a Adán, quien podría haber resistido, pero debido a su insistencia, se unió a ella en la desobediencia. En ese momento, ambos optaron por el derecho de decidir por sí mismos en contra de las instrucciones del Creador. ¿Era correcto que eligieran por sí mismos en ese punto de su tiempo en la tierra? La elección se basó claramente en la duda hacia su Creador y en el deseo de algo nuevo y emocionante. ¿No es esto lo que está detrás de casi todas las malas decisiones que los humanos toman? Si pensamos en los pecados que usualmente nos tientan, la mayoría son irracionales desde el punto de vista del buen juicio: pecados de lujuria, explotación, autogratificación, asesinato, robo, abuso de drogas…
El judaísmo afirma que la inclinación al mal surgió cuando la pareja eligió comer del fruto. Pero ¿en qué se diferencia la Inclinación al Mal del Pecado Original?
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre las dos perspectivas?
El Pecado Original es una carga con la que la humanidad no puede lidiar a menos que tenga un sustituto. El ser humano nace con una naturaleza pecaminosa y no puede ser justo por sus propias decisiones, ni por la represión de su naturaleza maligna, ni encerrándose en monasterios donde se practica el autocastigo.
La Inclinación al Mal, por otro lado, es una tendencia maligna que también se transmite de generación en generación; pero, contrariamente a la visión de la condición impotente del hombre bajo el Pecado Original, la inclinación al mal puede ser dominada mediante la obediencia a la Torá y buscando humildemente la ayuda del Todopoderoso.
Hay un texto de prueba para esto en el Génesis, donde Dios interrumpe a Caín antes de que mate a su hermano:
Génesis 4:
“5 Pero no miró con agrado a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enojó mucho, y su semblante se abatió.
6 Entonces YHVH dijo a Caín: ‘¿Por qué estás enojado? ¿Y por qué ha decaído tu rostro?
7 Si haces lo bueno, ¿no serás aceptado? Pero si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta al acecho; te desea, pero tú debes dominarlo.’”
Así que, antes de que Caín actuara movido por su ira, se le dijo que podía y debía dominarla. Esto no suena como el Pecado Original, del cual se afirma que el ser humano no puede hacer nada por sí mismo y que esa es la razón por la que Jesús vino al mundo.
Desde muy temprano en la historia del mundo, el mismo Dios le dice a Caín que puede “hacer lo correcto” y que, si lo hace, “será aceptado”. Nótese que no se le condena por su enojo. Esta es la inclinación al mal que recibió de sus padres de forma genética. Pero Elohim continúa: “tú debes dominarla.”
¿Podemos nosotros, como seres humanos, dominar nuestras pasiones? El cristianismo dice que no podemos sin un sustituto. La Biblia dice que podemos hacerlo con la ayuda de Dios y con nuestra propia determinación. Así se formaron los hombres y mujeres justos de la antigüedad: el ser humano elevándose por encima del polvo de la tierra para reflejar en sí mismo la imagen Divina.
Antes del diluvio, había dos clases distintas de personas: los justos, hijos de Dios, que ejercían control sobre sus pasiones y se sometían a la guía de Dios; y la multitud impía, aquellos que eligieron seguir sus pasiones. El mundo llegó a su fin en ese tiempo para todos, excepto para ocho personas.
¿Existen otros ejemplos? ¿Ofrece Dios fuerza para vencer?
Entonces, ¿qué hacemos con el Salmo 51?
“5 He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.”
Este versículo se usan los cristianos para respaldar la doctrina del Pecado Original, y sin embargo, la Inclinación al Mal (el deseo de hacer el mal) también se transmite de generación en generación. Entonces, ¿qué está diciendo David? Que la tentación fue abrumadora y que falló. Que era natural para él ser tentado y, aunque no lo justifica, le recuerda esto al Creador. Luego expresa su gratitud por la misericordia de Dios. En cierto modo, culpa a su herencia por haberle transmitido esa inclinación, pero en las palabras que siguen, asume toda la responsabilidad.
Salmo 51:
“3 Porque yo reconozco mis transgresiones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
…
7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.
9 Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
12 Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.
…
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación,
Y cantará mi lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.
16 Porque no te agrada el sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.”
Es interesante notar que, mientras David suplica a Dios que lo perdone y le restaure un corazón limpio, demuestra que esto no tiene nada que ver con un sacrificio de sangre. Esto muestra la respuesta humana confiada hacia Dios después de haber pecado, y también revela al Dios verdaderamente justo a quien servimos, quien no necesita un intermediario que actúe como abogado en nuestro favor. Nuestro propio Creador es nuestro Salvador y el único que puede perdonar el pecado.
Miqueas 7:
“18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad
y olvida el pecado del remanente de su heredad?
No retuvo para siempre su enojo,
porque se deleita en misericordia.
19 Él volverá a tener compasión de nosotros;
sepultará nuestras iniquidades,
y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.”
Nínive:
En la historia de Jonás, el pueblo de Nínive se vistió de cilicio y se arrepintió de sus pecados después de que Jonás les anunciara la destrucción inminente de su ciudad. Entonces Dios se arrepintió del castigo que había planeado contra ellos y los perdonó, aunque esto enfureció a Jonás.
Jonás 3:
“6 Cuando el aviso de Jonás llegó al rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se quitó su manto real, se cubrió de cilicio y se sentó sobre el polvo.
7 Luego proclamó en Nínive, por decreto del rey y de sus nobles:
‘Que ningún hombre ni animal, ni ganado ni oveja, pruebe cosa alguna; que no coman ni beban agua.
8 Que hombres y animales se cubran de cilicio, y clamen a Dios con fuerza. Que cada uno se convierta de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos.
9 ¿Quién sabe? Tal vez Dios cambie de parecer y, con compasión, retire el ardor de su ira, y no perezcamos.’
10 Cuando Dios vio lo que hicieron, cómo se apartaban de su mal camino, desistió del castigo que había anunciado y no lo llevó a cabo.”
Jonás 4:
“1 Pero esto disgustó mucho a Jonás, y se enojó.
2 Entonces oró a YHVH y dijo:
‘Oh YHVH, ¿no era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía que tú eres Dios clemente y misericordioso, tardo para la ira y grande en misericordia, y que te arrepientes del mal.’”
¿Nacen los bebés pecadores?
Esta creencia —una de las más condenatorias de todas— sitúa el pecado en la genética, como algo imposible de superar. Saca el pecado del ámbito de la acción y lo coloca en la carne.
En el caso de Caín, mencionado antes, cuando Elohim le habló, él ya estaba enojado y dispuesto a matar a su hermano. Pero ese pensamiento y esa actitud no eran pecado; se le recordó que debía vencer la tendencia al mal.
Cuando nos culpamos a nosotros mismos o a otros por lo que pensamos, estamos perdiendo de vista todo el cuadro. El pecado es lo que ocurre después de la tentación.
¿Cómo dejar de fumar? ¿Solo hazlo?
Una persona desea dejar de fumar (y aclaro aquí que no se habla del fumar como pecado).
El impulso es intenso: “Solo déjame fumarme este cigarrillo más.” Pero esta vez resistes. La ansiedad aumenta. Dejas de fumar durante dos semanas, y luego alguien enciende un cigarrillo y te ofrece uno. Esta vez lo aceptas, lo enciendes y lo disfrutas… pero luego te sientes avergonzado. Aun así, no te rindes. Lo intentas de nuevo.
Dos meses después ocurre lo mismo, y te odias por tu debilidad, pero decides intentarlo otra vez. Dos años más tarde, el deseo es menor, aunque sigue presente, y has aprendido a mantenerte alejado de las personas en el trabajo que salen a fumar. Evitación.
Diez años después, el olor del tabaco todavía te afecta, pero ya has aprendido a resistir y evitarlo. Y ahora ya no eres fumador. ¡Bien por ti!
Algunas personas nunca reúnen el valor para dejarlo, y otras simplemente no quieren hacerlo. Pero esto tiene que ver con decisiones y cambio.
¡Podemos lograr casi cualquier tentación, si realmente lo proponemos!
¿Y las palabras? ¿Qué hay del mal genio y las maldiciones?
Si las palabras hieren injustamente a las personas, ¿se clasifican como pecado? ¡Por supuesto! Si el maldecir nos hace ver débiles y malvados, sin autocontrol, entonces quizá sea buena idea empezar un “frasco de malas palabras”: mete dinero en él cada vez que maldigas.
Cuando se acumule, dónalo a caridad. Convierte algo malo en algo bueno.
Y si duele lo suficiente, puede ser que empieces a ver un cambio real.
Así que creo que la inclinación al mal —la tentación de hacer cosas incorrectas— no es pecado. El pecado es lo que haces con aquella tentación.
Y en cuanto al Pecado Original, ningún bebé está destinado al fuego del infierno por no ser rociado. Morimos por nuestros pecados, no por nuestras tendencias.
Con deseos de un buen sellado, (Fue escrito para el Yom Kippur del 2025).
Su hermana en la practica de la verdad,
Ariella Bat Abraham
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